Sueño: La Sorpresa

Se querían mucho. Tal vez porque se conocían desde pequeños y sus familias también eran amigas.

Compartían todo, viajes, fiestas, lecturas, juegos. Les gustaban las mismas cosas: comidas, programas... También les gustaba, por las mañanas, contarse sus fantasiosos sueños; pero, a pesar de tanta unidad, había una carencia: nunca estaba uno en el sueño del otro. Al contárselos, sabían de antemano que ninguno de los dos estaría en ellos.

Otra gran coincidencia los unía: cumplían años el mismo día.

La noche anterior a sus cumpleaños, ambos soñaron que se hacían regalos mutuamente. No se preocuparon por lo que sería, pues sabían que éstos no coincidían nunca.

Esa noche, él soñó un sueño tan nítido que parecía tener todas las características de lo real. Era muy temprano y llovía fuerte. Oyó el timbre de la puerta de la calle y se levantó para abrir. Ante sí, aparecía una niña, empapada por la lluvia, sosteniendo una caja. él la hacía pasar... La niña le decía que la caja contenía figuras con las que se podían hacer muchas cosas y se la quería regalar a su amigo que ese día cumplía años. La dejó sobre la mesa. él le ofrecía una toalla mientras su ropa se secaba en la chimenea.

De pronto, reconocía en esa niña a su amiga, tal como era unos años atrás.

Despertó, acalorado, y se encontró con la presencia de su amiga al lado de la cama, que le decía alborozada: ¡Feliz cumpleaños, remolón, ya es hora de despertarse! Vine ahora, en cuanto desperté, para contarte mi sueño que parecía realidad:

"Yo corría por la calle con un paquete en la mano para llevarte. Era una caja con figuras... Íbamos a encontrarnos cerca del puente y se desató una tormenta. Todo se oscureció. Me sentí perdida. Divisé una casa. Toqué el timbre. Me abrió la puerta un niño. Entré. Me ofreció una toalla mientras mi ropa se secaba en la chimenea. Por la voz me di cuenta de que eras tú tal como eras hace unos años."

Se abrazaron. ¡Qué sorpresa para ambos! ¡La coincidencia ahora era perfecta!

Ella salió de la habitación para traerle el desayuno. En la sala se detuvo: una caja que escurría agua estaba sobre la mesa.

"¡Oh, Dios!" - gritó - Y se tapó la cara.

Él llegó corriendo y también vio la caja sobre la mesa. Miró hacia la puerta. Seguía cerrada por dentro. Pasmado, tomó el brazo de su amiga. Estaba helado. Se refregó los ojos. Cuando miró nuevamente, la caja había desaparecido. Se inclinó para cerciorarse de si el charco de agua formado sobre la mesa era reciente, y los dos vieron allí un montón de figuras sueltas...

¿Era un desafío? ¿Una premonición? Pero ¿cuál?

Tomaron entonces una decisión: se harían un regalo de cumpleaños que consistiría en un mensaje utilizando esas figuras; ahí pondrían a prueba su entrega e imaginación.